Después de esta corta lectura creo que entenderéis, gran parte de los lectores o casi todos, el porque del titulo.
Hace años que en mi condición de ciudadano me siento tratado por parte de los políticos en general y de los poderes (los cuatro), en particular, como un auténtico gilipollas.
La corrupción, la falta de transparencia, la impunidad en la que viven algunos delincuentes confesos, la justicia en demasiadas ocasiones inexistente y en otras perseguida, amenazada o controlada por otros poderes y la condescendencia de muchos “medios”, más pendientes de la subvención que de la información, hacen que el resto de los mortales espectadores de este corrupto e indecente “circo” tengamos la sensación de ser unos auténticos gilipollas o más bien la constatación de ser tratados como tales.
Algunos, con sus figuras inviolables, aforadas y todos con su presunción de inocencia, olvidan, ignoran o desprecian con sus comportamientos, que lo único inviolable es la dignidad de los ciudadanos a los que sirven, esos que con su sumisión y resignación han sido, son y serán tratados como auténticos gilipollas, como yo.