No pueden seguir existiendo (no debemos permitir que existan) políticos que elaboran y aprueban leyes para los demás, excluyéndose ellos de las mismas y viviendo al amparo de leyes paralelas elaboradas y patronadas a su antojo y medida, tramitadas y aprobadas por y para ellos mismos.
La finalidad y razón de existir de nuestros políticos es elaborar, aprobar y cumplir leyes para armonizar y mejorar la calidad de vida ciudadana, bajo el juramento o promesa hecho por ellos mismos (con luz y taquígrafos) en la toma de posesión de su cargo, de respetar y hacer respetar la Constitución.
Deberían acatar y aplicarse la ley que aprueben para todos los demás, ¿o no son ellos parte de los demás? Sí la Constitución dice que todos somos iguales ante la ley y la ley es una, que se aplique a todos por igual.
Es inadmisible, en una sociedad democrática, que las leyes y sus aplicaciones hagan distingos entre estamentos sociales, castas de privilegiados y el resto de los ciudadanos, ya que ciudadanos somos todos e iguales ante la ley.
Como dice un refrán, que es sabiduría popular, “o jugamos todos o rompemos la baraja”, y de seguir así es muy probable que suceda una cosa u otra y la responsabilidad de que se cumpla en un sentido u otro es de nuestros políticos, sus políticas y la ciudadanía.