siempre pagamos los mismos.

Supongamos que estamos todos de acuerdo en intentar ayudar a salir airosos de esta monumental crisis ejerciendo, por parte de la ciudadanía, los sacrificios económicos que nuestra clase política nos pide.

Supongamos que todos contribuimos con nuestro esfuerzo personal y colectivo a la mejora de un reparto mas equitativo, en el esfuerzo, a la hora de afrontar la crisis. Equitativo es satisfacer por parte de los ciudadanos las medidas de ajuste, el copago sanitario, la bajada de sueldos, los recortes sociales y trabajamos todos en programas de austeridad como nos piden nuestros políticos. ¿y la suya?

La parte que corresponde al pueblo seguro que estaremos obligados a cumplirla, pero ¿qué parte del sacrificio corresponde a los políticos? ¿gestionarlo de manera adecuada? y ¿qué pasara si dentro de un tiempo volvemos a la realidad del incumplimiento de su correcta y eficaz gestión por parte de la clase política? ¿solo nos quedaran las urnas como medio de protesta? 
Algunos políticos se llenan la boca de “corresponsabilidad”… nuestra parte nos la recuerdan cada día, pero la suya ¿cuál es? y de no existir o no tener ninguna ¿por qué siempre tenemos que pagar la ineficacia de los políticos los mismos, los de siempre: los ciudadanos?

años, meses y día.

Hace años que nuestros políticos pronuncian a diario frases grandilocuentes en referencia a nuevas políticas sociales, soluciones a la crisis, lucha contra el paro y fomento del empleo. Hablan de paquetes y medidas (vaya dos palabras), para intentar mitigar, que no solucionar, la situación actual. 

Hace meses que la crisis económica es la culpable de todo. Nuestros políticos siempre conocen las causas, los culpables y sus nombres, siempre ajenos a ellos y a sus actuaciones o decisiones. Los problemas siempre vienen de fuera o generados por otros. No va con ellos. La culpa y culpables, son los mercados, el BCE, el FMI, las hipotecas basura, la coyuntura económica... la ineptitud de nuestros políticos es tan grande o mayor que las excusas que buscan para ella. 

Cada día, el mismo que nuestros políticos se dirigen a su coche y despacho oficial, culpando a todos y a todo, menos a ellos, de la situación actual, muchos ciudadanos se dirigen a comedores sociales, bancos de alimentos, Cáritas, centros parroquiales y otros, para procurarse el sustento diario. 

El gran problema, dicen los políticos, son los mercados y la crisis económica global.

De seguir así, el problema será social (no solo económico) y particular (no solo global) de personas con nombres y apellidos… y entonces nuestros políticos no tendrán ni podrán mirar muy lejos, para conocer los nombres de la culpa (ineficacia, derroche, ineptitud, corrupción, despilfarro, etc.) y los culpables (ellos mismos y su nefasta gestión), como han venido haciendo hasta ahora...

un país sin verdad, no es un país de verdad.

Si hacemos trampas entre nosotros, políticos y ciudadanos o política y ciudadanía, es difícil que podamos crecer o caminar juntos en la consecución de algo y menos como país. Las trampas condicionan nuestra relación y la percepción y opinión que tenemos de nosotros. 

Es evidente que obstaculizar o no facilitar la investigación de todos los casos de corrupción es un proceder contrario a la búsqueda de la verdad, es un proceder tramposo. Nuestra sociedad necesita verdades, no ambigüedades, cuando no mentiras, en todos los casos de corrupción.

La decencia y la verdad son instrumentos para conseguir una armoniosa convivencia. Convivencia difícil de soportar con las trampas que todos los ciudadanos nos hacemos al no denunciar con todas las armas a nuestra disposición a las personas, actuaciones, actitudes y acciones que imposibilitan o no facilitan el conocimiento de la verdad. 

Trampas que algunos medios de comunicación y líderes de opinión hacen, con sus silencios (¿subvencionados?) y sus condescendencias (¿subvencionadas o en vías de…?)

¿Cuándo se darán cuenta los políticos que la búsqueda de la verdad y no hacer trampas en los temas de corrupción es credibilidad para ellos y decencia para todos?

Los políticos tienen la obligación de ser los abanderados en la búsqueda y esclarecimiento de la verdad, aunque sus consecuencias no sean favorables para ellos, pero sí para los demás. El bien general siempre debe estar por delante del particular, partidista o de partido. 

de no ser así volveremos a la conclusión de que: un país sin verdad, no es un país de verdad. 

adiós, Zapatero, adiós.

por estos y otros muchos motivos...

3 de marzo de 2008

 "Prometo crear dos millones de nuevos empleos".

7 de marzo de 2008

"España esta en condiciones para llegar al pleno empleo".

26 de abril de 2008

"La peor previsión de paro que podamos tener por delante será siempre una previsión de paro mejor que la que mejor tuvo el PP".

8 de julio de 2008

 "En esta crisis, como ustedes quieren que diga, hay gente que no va a pasar ninguna dificultad".

19 de octubre de 2008

"Yo creo que el segundo semestre del año que viene estaremos ya con una actividad económica de crecimiento intertrimestral".

13 de diciembre de 2008

"Nadie quedara a su suerte ante el drama del desempleo. Mi prioridad, es que no haya una sola familia en este país que pueda tener una situación de grave angustia o preocupación por la perdida del puesto de trabajo".

29 de abril de 2009

 "Es probable que lo peor de la crisis económica haya pasado ya".

... adiós, Zapatero, adiós.

el eucalipto Duran.

Reconozco que es mi personaje político preferido y una de mis debilidades políticas y más después de una serie de comentarios que mantuvimos hace unos meses en referencia a la devolución de dinero por parte de CDC al Palau de la Música, noticia que, como era lógico, dijo no haber podido leer en prensa, de la que no estaba informado y por tanto desconocía.

En política, Duran es como un eucalipto (ya lo definía así un político catalán) que ha crecido desmesuradamente y cuya sombra se proyecta majestuosamente sin dejar, ni facilitar, la existencia de vida política a sus pies y a su alrededor (nadie en su partido le hace sombra, su partido es él). Su crecimiento es proporcional a la desertización que provoca. Más de treinta años creciendo y sin dejar crecer, regado por el “buenismo”, el sí, el no y todo lo contrario (según convenga) protegido por su propia sombra y actuando en la misma.

El intenso aroma y fragancia que desprende hace que los desconocedores del procedimiento usado en su desarrollo queden subyugados y agradecidos al estimulo que provoca en sus olfatos.

Majestuoso y arrogante, como pocos en sus proporciones, es estimulante para algunos sentidos, pero la realidad, sin aromas, es que como todo eucalipto necesita, para subsistir, de la desertización de su entorno…