Reconozco que es mi personaje político preferido y una de mis debilidades políticas y más después de una serie de comentarios que mantuvimos hace unos meses en referencia a la devolución de dinero por parte de CDC al Palau de la Música, noticia que, como era lógico, dijo no haber podido leer en prensa, de la que no estaba informado y por tanto desconocía.
En política, Duran es como un eucalipto (ya lo definía así un político catalán) que ha crecido desmesuradamente y cuya sombra se proyecta majestuosamente sin dejar, ni facilitar, la existencia de vida política a sus pies y a su alrededor (nadie en su partido le hace sombra, su partido es él). Su crecimiento es proporcional a la desertización que provoca. Más de treinta años creciendo y sin dejar crecer, regado por el “buenismo”, el sí, el no y todo lo contrario (según convenga) protegido por su propia sombra y actuando en la misma.
El intenso aroma y fragancia que desprende hace que los desconocedores del procedimiento usado en su desarrollo queden subyugados y agradecidos al estimulo que provoca en sus olfatos.
Majestuoso y arrogante, como pocos en sus proporciones, es estimulante para algunos sentidos, pero la realidad, sin aromas, es que como todo eucalipto necesita, para subsistir, de la desertización de su entorno…
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